Wednesday, August 22, 2012

Me toca vivir

Año tras año pensé que fui el favorito. Él cambió audífonos, celulares y ropa; pero nunca a mí. No voy a engañarle a nadie: yo siempre me sentí el favorito. Yo estuve acompañándolo en todos los momentos. Cuando seleccionaba canciones aleatorias, yo sabía qué canciones reproducir. Yo lo conocía. Creo que a veces se pasaba de sentimental y terminaba escuchando canciones de Laura Pausini. La verdad, él escuchaba de todo: desde metal a indie; y de cumbia hasta huayno. Pero eso es irrelevante ahora. Yo ando en las tinieblas, en un cajón abandonado en Cajamarca. La verdad es que envejecí muy rápido y aún así Marcelo trató de ayudarme. Aún así, yo ya me había dado cuenta de lo inevitable: él me iba a cambiar. El día de su cumpleaños, él se compro uno nuevo y ¡con más memoria! Me sentí utilizado pero, ¿acaso mi objetivo no sólo es ser usado por mi comprador?

Dejando de lado esas preguntas existenciales, permítanme contar que encontré a una más de mi especie. Siendo francos, al principio no me agradó. No pude creer que ella tenga menos de 200 canciones en su biblioteca. ¡Me pregunto cómo vive sin música! El solo hecho de pensar en su situación me daba asco. Me daba asco hasta ayer que la vi en la mesa. Ella tenía algo peculiar. Tenía un lente que me permitió ver su interior. Automáticamente, me apagué. Aún dudo si me apagué por los problemas técnicos por los que estoy pasando o porque ella lo provocó. Desde ese momento me di cuenta que ella tenía una selección de aplicaciones que yo ni me imaginaba que existían. Cada vez que pienso en ella, me da curiosidad qué es lo que ella es capaz de hacer. Sé que no tengo bluetooth, pero ¡no pararé hasta establecer una conexión, aún que sea via w-fi, con ella!